Nos encontramos inmersos en la sociedad del conocimiento, un nuevo modo de vertebrar el pensamiento, de concebir el papel del autor, del lector y del soporte que contiene los textos, que a su vez necesita de instrumentos que garanticen el almacenamiento, transporte y reproducción de los datos sin pérdidas importantes[1]: ello se ha conseguido con la revolución digital gracias a los logros acaecidos en el campo de la microelectrónica, las telecomunicaciones y la informática y en especial, gracias al hipertexto, los nodos, los enlaces y los anclajes . Todo ello posibilita la figura de un estudiante que se centra en un aprendizaje responsable gracias al poder democratizador de las nuevas tecnologías. Lo que no supone la muerte del libro impreso, sino la coexistencia con los documentos hipertextuales.
Como dice Joan Campàs, la sociedad es muy compleja y en ella hace mella el "efecto mariposa", es decir, que una pequeña contribución hace un gran efecto: "cada individuo, con su libertad de elección, es en parte, creador de la sociedad en la que vive..." (Campàs, 21). Lo importante es la comprensión. Gracias a la Teoría del Caos, se configura un cambio de paradigma, del mecanicismo físico a la complejidad ecológica (Campàs, 40). Así, los individuos con sus preferencias y elecciones van configurando sus preferencias hipertextuales. La Teoría del plasma nos indica que la infinita complejidad del caos y el orden simple están indisolublemente unidos. El caos nos muestra que todo está unido a todo, como el hipertexto, como las personas...
La idea de controlar el mundo exterior, dice Joan Campàs, y modestamente yo también lo pienso, ha de ser desechada, ya que hemos de vivir en una nueva dimensión del espacio fractal: el tiempo se ha convertido en una mercancía y dio pie al capitalismo, nos tiene secuestrados hoy día y debemos recuperar su verdadero sentido, conectándonos con los ritmos de la vida. (Campàs, 25 y 26).
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